23/1/09

Mordiendo la cola

x Allan Àvila
Guionista, Productor y Director Independiente


Del cine se pueden decir muchas cosas, todas buenas, incluso las detracciones aportan.

Al igual que las otras artes, el cine es una batalla personal que libramos todos los que amamos su lenguaje.

Lo extraordinario del cine, es que podemos incluir las demás artes y fusionarlas en un acto casi mágico.

Lo único en que yo discrepo de algunos cineastas, es la calidad de sagrado que le pretenden asignar. Me ha costado mucho desligarme de la idea del cine como algo superior e inmaculado. Considero que el cine es un medio más de comunicación. La manera de expresar nuestras emociones, manifestadas en imágenes, sonidos, silencios y toda la gama de recursos que tenemos a mano.

El producto (creo que siempre es un producto) final, puede ser mejor o peor, según quienes lo vean. La obra terminada deja de pertenecernos, una vez que ve la luz del público. Ellos serán los encargados de amarla o denostarla, o de mostrarle absoluta indiferencia. Siempre defendemos nuestro punto de vista, pero este no puede competir contra miles de opiniones, que tiene tanta validez como la nuestra.

Las motivaciones que me llevan a escribir una historia y luego trasladarla al lenguaje cinematográfico, pueden ser de toda índole. No siempre se quiere cambiar el mundo o crear siempre conciencia. La frivolidad ocupa un gran espacio, el puro acto de decir que amas, o que odias, se valida en la certeza que de su obra, posee el autor de la misma.
Podemos despreciar y ridiculizar su trabajo, pero nadie puede destruir su creación.

Esas opiniones sobre qué cine es bueno y cuál malo, se terminan mordiendo la cola, una vez que son emitidas. Habremos dado nuestra sentencia, pero la obra permanece más allá de nuestros gustos personales. Finalmente el cine que a uno le gusta, podría considerarse como bueno.

La objetividad del cine se sustenta, precisamente, en la subjetividad de sus códigos.
Lo bueno de este arte, es que todos pueden referirse a él, y a nadie debería molestar. No me creo un espíritu elevado o un trascendental ser humano, que aporta esperanzas a los demás. Simplemente hago las cosas como las siento y las entiendo. Si eso le gusta a algunos, enhorabuena; y si no, tampoco he de morir.

Amo mucho el cine, me parece que tiene los medios expresivos con los que mejor puedo transmitir las cosas que me inquietan, pero evito creerme alguna especie de gurú iluminado por unas Arri de 500.

Finalmente, definir al arte es como definir a Dios. Y yo no puedo hacerlo. Si minimalismo o mediocridad; si vanguardia o pasteleada pura; si poético o inentendible…se lo dejo a los exegetas, que también se hacen llamar críticos.

Allan Àvila
http://elceporrolechuguino.blogspot.com/